¿Quiénes somos?


¿Quiénes somos? No es una pregunta fácil de responder. Tal vez sea la pregunta zen por antonomasia. La máxima socrática de "conócete a tí mismo" responde a esta misma pregunta: conocer un quién, "a sí mismo", de manera más profunda que al quién meramente biográfico. Pero este "sí mismo" solo puede manifestarse en una realidad tangible y palpable y, por lo tanto, mutable y sujeta al cambio. ¿Cómo llegar entonces a conocerse  realmente?

En ZEN GRANADA procuramos propiciar un espacio de recogimiento para continuar con ese aprendizaje personal que en la mayoría de ocasiones poco o nada tienen que ver con el aspecto exterior  sino más bien con un reencuentro con uno mismo... esta vez, a través de la meditación zen.  Como en la escuela Soto japonesa, con la práctica de zazen, solo sentarse o shikantaza Sentarse sobre un cojín (o zafu)  quietos y en silencio. Pero sin olvidar la pregunta: "¿Quién soy?" que el Maestro Zen Seung Sahn (el primer maestro zen coreano que enseñó en Occidente) respondió con un: "No sé..." Comprender este "no sé" significa comprender nuestra auténtica naturaleza.


Procedentes de las distintas escuelas indias, chinas, japonesas, o coreanas todos los linajes se remontan a Buda. Pero, si en Occidente aún hoy resulta extraño aceptar este tipo de transmisión, disminuirían nuestros prejuicios si recordáramos que, ante la pregunta de: “¿Quién soy?”, desde Sócrates y sus seguidores los cínicos Antístenes y Diógenes, pasando por Pirrón el escéptico, o la posterior mística neoplatónica de Plotino (con su teología negativa o apofática –que literalmente significa “decir no”–) y que continuaron los Padres del Desierto, el Maestro Eckhart, Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz entre tantos otros hasta, incluso, la fenomenología de Husserl (con el uso de la epojé –o la suspensión del juicio–), todos ellos respondieron, como Seung Sahn, “No sé”.

Recién inaugurado ZEN GRANADA (buscando un nuevo lugar en la montaña para practicar retiros) y tras mantener una conversación sobre la idoneidad de la aparición de un nuevo espacio donde hacer meditación, una señora que sentía predilección por Francisco de Asís -aunque su experiencia de vida en comunidad había resultado fallida, según comentó ella-,  me preguntó con bastante incredulidad: “¿Y ya? Os sentáis a meditar ¿y ya está?” (jajaja imaginé a Miguel de Molinos intentando responder ante la Inquisición acerca de los beneficios de quedarse quieto y en silencio y recordé que su defensa no pareció agradar al tribunal pasando encarcelado más de diez años en una mazmorra hasta su muerte). Debía pensar en una respuesta convincente  y que no me condenara a pasar recluido en un calabozo hasta el último de mis días… hasta que caí en la cuenta de que estaba pensando, pensando tal vez demasiado, incluso como si algún mecanismo psicológico de mi mente (que debió haber sido vendedora en una vida pasada) intentara “venderle” a aquella mujer un producto, convencerla con la respuesta que aún no le había dado (soy algo lento…jajaja). “¿Es que te parece poco?", le contesté. “Sentarse, con la mente clara como el espacio (Akasha): ¡Y ya está!".



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